Casi en el mismo instante en que se hacía visible, descarada se arrepintió de haberlo hecho. El mal carácter de la pequeña la incomodaba y dudó si sería capaz de llevar a cabo la tarea que tenían por delante.
Brugilda, lejos de sorprenderse, miró con desconfianza a aquella bruja que se le aparecía de la nada.
- ¡Vaya! También te transformas? No creas que me engañas, pero no entiendo por qué haces esto! Si me vas a ayudar no te hace falta disfrazarte, y si no, vete por dónde has venido y déjame en paz!
-¿Ayudarte? Para un poco el carro y escúchame!. – Descarada estaba enfadada de verdad y no tenía tiempo para juegos. – El tiempo apremia, así que deja de comportarte como un bebé y pon a trabajar tu escasa inteligencia!
Brugilda cerró el pico y no replicó.
- Puedo deducir quién eres y de dónde has venido, pero no entiendo cómo estás despierta. No digas nada ahora. Se que conoces al mago Altherius, pero puede que desconozcas lo que está ocurriendo en este bosque.
- Pues… si.
- Antes de seguir, háblame de ti.
- Pues yo soy Brugilda, alumna de la Escuela de Magos y Brujas. Vine a realizar las pruebas de Ascenso de Grado, pero el Mago Superior estaba falto de sentido del humor y me envió de vuelta a la Escuela, donde me impusieron un castigo. Una vez cumplido, regresé para presenciar el concurso de Fuegos Artificiales, pero me encontré con el bosque vacío y silencioso.
- Ya, tú eres la graciosa de la escoba, eh?
- Si, dijo con una sonrisa pícara. – Qué ha pasado?
- Dime antes, qué piensas de Altherius.
- Pues que es un mago presuntuoso y maleducado, y…
- Y tú tienes un carácter del demonio!
Brugilda puso mala cara y ya iba a comenzar una de sus rabietas, pero Descarada le impuso disciplina con una furibunda mirada.
- Mira, Brugilda, aquí ha sucedido algo muy grave y tú tienes que ayudarme a resolverlo. Pero debo advertirte: Altherius es peligroso, muy peligroso. No debe saber que tú y yo nos hemos visto y que hemos hablado, comprendes? Es de vital importancia. Ahora me voy. Más tarde volveré a buscarte y te contaré más cosas. Recuerda: tú no sabes nada de mí.
Y Descarada se desvaneció en el aire dejando a Brugilda confusa y algo asustada.
“No cambies en nada tu forma de actuar o sospechará!”, se oyó en la estancia por último.
*SIEMPRE UNO
Será capaz Brugilda de no variar su actitud? tengo ganas de ver como se desarrollan los acontecimientos y ver con que nos sorprende esta pequeña...
ResponderEliminar