CUENTOS DE BRUJITA: DESCARADA Y EL SOLSTICIO DE VERANO XIX



Descarada pensó que ya era hora de averiguar si Brugilda sería su aliada o su enemiga. Tenía que darse a conocer, pero debería poner cuidado al elegir el momento, porque Altherius no dejaba de vigilar a la pequeña bruja constantemente.


Hubo de pasar bastante tiempo hasta que, por fin, Altherius se aburrió de seguirla. Cuando se aseguró de que realmente había desaparecido, se presentó ante Brugilda. Ésta había escogido la casa de un mago, y de renombre al parecer, pues paredes y anaqueles estaban profusamente decorados con trofeos, diplomas y retratos. Utilizó un hechizo de invisibilidad que no le pasaría desapercibido a un brujo experto pero del que a Brugilda le costaría un rato darse cuenta.


La observó mientras registraba la alacena en busca de comida. No parecía satisfecha con sus hallazgos y a pesar de tener mucha hambre, despreciaba cada alimento que encontraba. Descarada pensó que si fuera ella la hambrienta, nada quedaría ya de toda aquella comida y que la pequeña bruja tenía un paladar muy exquisito. Afortunadamente, como bruja veterana que ya era, tenía la capacidad de pasar mucho tiempo sin comer y sin sentir las feroces dentelladas del hambre en su estómago.


Al fin, Brugilda sintió una presencia extraña a su lado.


- ¿Eres tú, brujo malvado, ocioso y presumido? Te parece educado dejar a una invitada sin comida y sin descanso? – la furia asomaba a sus ojos y desataba su lengua.


Con un suspiro, Descarada se hizo visible lentamente, dejando que Brugilda se recuperase de la sorpresa a la vez que le indicaba con un gesto que no hiciera ruido ni chillase.





* SIEMPRE UNO *

1 comentario:

  1. Esta Brugilda tiene tanto afán por la comida como otra brujita sinvergüenza que yo me se XD

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