CUENTOS DE BRUJITA: DESCARADA Y EL SOLSTICIO DE VERANO XVIII


Altherius la vio venir. De hecho, la estaba espiando. Había estado esperando pacientemente a que la niña hiciera algún movimiento. El hechizo impedía que abandonase el bosque pero aún así, estaba muy atento a sus movimientos. Brugilda no lo había intentado aún, porque no se le había ocurrido todavía ir a pedir consejo o ayuda. Si llegaba ese momento, no le preocupaba. Altherius confiaba plenamente en el poder de su hechizo. Pero no eran sus ojos los únicos que observaban a la pequeña bruja.


Descarada, que había estado vigilando al mago, se alegró cuando descubrió que no era la única persona despierta del bosque. Sin embargo no se reveló porque no conocía la verdadera naturaleza de aquel nuevo personaje. Quién sabe de dónde habría venido. Al menos, parecía que no era amiga de Altherius, de otro modo éste no estaría espiándola. Pero, se dijo, mejor observar y ver cómo se desarrollaban los acontecimientos.


Brugilda, ajena a cualquier conspiración, vagaba por el bosque prestando mucha atención. Notó que no se percibía ni un solo ruido, ni el crujir de la hojarasca, ni un trino, ni el ligero susurro de las ramas al viento. Ni siquiera el Bosque Tenebroso era tan silencioso, pensó. Sin duda, allí sucedía algo fuera de lo normal, y se propuso averiguarlo. ¡Si se encontrase otra vez con el misterioso preguntón! ¿No resultaba extraño que fuera él el único ser vivo que se encontrase en un lugar que parecía carente de vida? Pero bueno, era un mago después de todo. ¿Y los demás? ¿Habrían abandonado el bosque en tan corto espacio de tiempo? ¿Y por qué? Solamente aquel mago sería capaz de responderle a estas y otras preguntas, así que se propuso, como primera tarea para tratar de resolver el misterio, encontrarlo a toda costa, aunque tuviera que mirar debajo de las piedras. Y no dudaba en conseguirlo, pues era mucho su tesón y cuando se proponía algo solía salirse con la suya.


No era consciente de que era vigilada, pues Altherius ponía especial cuidado en sus movimientos para que cualquier ruido no alertase a la pequeña bruja. A su vez, él tampoco se dio cuenta de que era observado por Descarada. Con lo que una situación curiosa se estaba produciendo: el vigilante era vigilado.


- Oe! Oe! ¡Mago Curioso!


Altherius dibujó una mueca de disgusto en su rostro al oírse llamar de semejante forma.


- ¡Mago Curioso!, repitió Brugilda. – ¡Quiero hablar contigo! ¡Aparece, por favor!


El aludido decidió dejarla vagar por el bosque un rato más. Y dejó que le siguiera llamando sin contestar. Pensó que de esta forma, la brujita se asustaría al verse sola y sería más receptiva a sus ideas. Ella siguió vagando por el bosque sin dejar de llamarle. Cuando se cansó, se dirigió al poblado, tenía hambre y sueño y supuso que ya que los dueños no estaban, no les importaría que ella hiciera uso de sus despensas y sus casas.


 


 


SIEMPRE UNO

1 comentario:

  1. Anda que no es lista ni nada Brugilda, seguro que consigue sacar de quicio a ese Mago y terminará cumpliendo su objetivo, menuda es la amiga!!...

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