- “Esta vez, ¡no me pisarás, Brujita!” – dijo la familiar voz de Loe. –“ ¿Cómo tan pronto de vuelta? ¿Has renunciado a tu búsqueda?” – preguntó curioso.
- ¡Oh, amigo Loe! Tengo tantas cosas que contarte. ¡Cómo me alegro de verte! ¡No sé ni por dónde empezar! – la Brujita estaba muy alborotada.
- “ Pues, por el principio suele ser una buena manera de empezar” – dijo Loe en un tono sabihondo.
- ¡Sí, sí! ¡Claro! ¡ Ja, ja!- se reía la Brujita.
Empezó a relatarle su viaje desde el momento en que se habían separado, aquella misma mañana. Cómo muerta de hambre había esperado paciente a que unas ardillas dejaran, amablemente, caer algunas semillas de su madriguera. Y cómo, vencida ya por el hambre, había caído en la trampa de un glotón e insaciable Dragón.
Mientras hablaba, Loe asentía con unos “¡Hum!” aquí y unos “¡Oh!” allá, pero seguía sin hacerse visible. Por temor a pisarle, Brujita no se movía del lugar que ocupaba. Entonces, llegó a la parte más interesante y que ya conocemos: ¡cómo consiguió librarse del Dragón gracias a sus hechizos!.
- “¡Oh! ¡Te felicito, Brujita! ¡Al fin has conseguido encontrarlos! Pero no recuerdo haberte oído mencionar a esa Bruja Sabia, en pos de la cual comenzó esta aventura. ¿Cuándo la encontraste? Me vas a matar con el suspense... ¡Cuéntamelo todo ya, niña!” – se impacientó Loe.
- ¡Pues lo mejor de todo es que no la he encontrado!
- “¿Que no la has encontrado? Y, entonces... ¡Ya me explicarás cómo has podido encantar a ese amigo tuyo tan tragón!”.
- Pues eso, ¡que no lo sé! De repente, los hechizos estaban ahí otra vez. ¡Habían vuelto! Yo sólo sentía que me salían del corazón. Y..
Entonces Loe, decidió hacerse visible, y lo que Brujita vio la dejó un poco perpleja. Delante de ella había una pipa de la cual brotaba el humo, como siempre. Pero tras aquella pipa, el Loe que Brujita estaba acostumbrada a ver, era algo diferente.
Ya no era rechoncho y de color verde. Era algo más alto, con un aspecto más humano y su ropa, se parecía a la que suelen llevar las... ¡Brujita abrió la boca desmesuradamente! Ante sus ojos había tomado forma una anciana bruja, que la miraba con cara sonriente, disfrutando del efecto que había causado en Brujita.
- ¡Eras tú! ¡Todo el tiempo, eras tú! - Brujita lo repetía una y otra vez, al tiempo que daba saltos alrededor de la anciana bruja. – ¡Me has ayudado, después de todo!
- No. Te has ayudado tú sola. Yo sólo te he dado el pequeño empujoncito que necesitabas. Pero, ¡confieso que mis huesos ya no están para meterse en la piel de un ratón!
- ¡ El Dragón mentiroso! ¡Cuánto lo siento! – la Brujita estaba roja de vergüenza. ¡Mira que convertir en ratón a una bruja tan poderosa!
- No, Brujita. No te preocupes. Tenías que llegar a la situación en la que el deseo de tu corazón, fuese más fuerte que el deseo egoísta de tu mente. ¡Hay que ser una Buena Bruja, no la bruja que más hechizos sepa ejecutar!- explicó la anciana bruja. – Así, que decidí que tenías que emprender el camino de aprendizaje que te llevaría a descubrirlo.
- ¿También eras Comadreja?
- Y Bruja del Consejo, y árbol encantado, y...
- ¡Hombrecillo Invisible! ¡Cuánto trabajo te he dado! ¿Cómo podré agradecértelo?
- Pues siendo una Bruja Buena, no desperdiciando tus hechizos y, sobre todo, ¡no dándome tanto trabajo! ¡Que una ya no está para estos trotes, caramba!
Y mientras esto iba diciendo, su persona y sus palabras se fueron desvaneciendo, dejando a nuestra Brujita sola de nuevo en el claro del Bosque Tenebroso. Con su escoba voladora en una mano y su fiel amigo, el Búho, en su hombro, según era su costumbre.
¡Adiós, Brujita Descarada! ¡Hasta pronto!
-- FIN --
* SIEMPRE UNO
querer es poder, y ella a aprendido a confiar en si misma
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