“¡Ha osado desafiar a los Ancianos!”
En la Gran Sala abovedada, el Círculo de Ancianos se había reunido a instancias de El Navegante.
Un mensajero había abandonado subrepticiamente el campamento de El Buscador y desandado el camino para notificar urgentemente el cambio operado en la persona de aquel a quien llamaban “Maestro”.
“Se niega a responder cuando le hablamos si nos dirigimos a él llamándole “Maestro”. Ha adoptado un absurdo nombre y nos obliga a llamarle por él”, explicó el mensajero.
“Unodien”.
El Navegante escuchaba impertérrito, mirando con sus vacíos ojos hacia el infinito, las dos manos asiendo fuertemente la vara. El resto del Círculo esperaba su comentario, pero éste se limitó a sonreír, se disculpó y se retiró de la Sala.
El Jugador y El Chico, proseguían su viaje siguiendo la costa, tras las huellas de la comitiva que les precedía. No había podido determinar si eran o no hostiles, así que intentaba mantener una prudente distancia.
Una mañana vieron venir hacia ellos una figura y El Jugador prefirió esconderse y observar. El hombre pasó de largo con mucha prisa, sin observar siquiera las huellas del camino. Parecía tener una misión que cumplir. Su atuendo y aspecto no le eran familiares al Jugador y se preguntó si los que iban delante eran como este.
Lo dejaron marchar sin dejarse ver y cuando consideró que la distancia entre ellos era lo suficientemente larga, salieron de su escondite y continuaron viaje.
Sus fuerzas eran ahora menos escasas, gracias a la aparente falta de limpieza de los que marchaban por delante. Desde que seguían tras sus huellas, se habían ido encontrado todo tipo de desechos. No habían encontrado botas para El Chico, pero sí material con el que improvisar algo parecido. Y de vez en cuando, le gustaba caminar descalzo por la arena de la playa y chapotear en el agua.
El problema más acuciante, los víveres, si que se había visto sino resuelto, sí mitigado en gran medida. El grupo de El Buscador derrochaba con displicencia en aquellos tiempos de escasez. En otras circunstancias, El Jugador hubiera reprendido seriamente a quienes así actuaban. Sin embargo ahora, daba gracias porque aún existieran personas que parecían vivir en la abundancia y derrochaban sin cesar para beneficio suyo.
Unodien percibía el rechazo de algunos y el asombro de la mayoría acerca del cambio que había experimentado en su persona. Su actitud se había hecho más firme y estaba dispuesto a conseguir que sus deseos se cumplieran. Decidió permanecer varios días en el mismo sitio y explorar los alrededores para encontrar un lugar en el que pudiera estar a solas consigo mismo y pensar.
En el campamento era constantemente visitado o molestado, tanto para pedirle consejo como para, simplemente, mantenerlo ocupado. Habían corrido rumores acerca de sus meditaciones y no querían dejarle mucho tiempo a solas.
También de esta manera, intentaba ganar tiempo o dárselo a sus amigos si por esas casualidades del destino, marchaban tras de ellos.
( SIEMPRE UNO)
No hay comentarios:
Publicar un comentario