CAPÍTULO XXI


El Buscador y sus acompañantes debían ahora descender la pared del acantilado por el estrecho sendero. La escarpada pared no daba tregua a los viajeros. Estos debían poner toda su atención dónde ponían sus pies o acabarían en el fondo del acantilado antes de lo previsto. El rugido del mar, que amenazador retumbaba en sus oídos, se magnificaba a medida que descendían.


Le vino a la memoria aquel sueño que el niño había tenido la noche que los alcanzara, a él y a El Jugador, en el collado. Recordó que el niño soñó que caía al vacío, una negra y enorme sima, tras haber estado trepando por la pared de un acantilado. Un acantilado como aquel por el que ahora descendía. Recordó también que había una persona más en aquella pesadilla, pero el pequeño no había podido dar una descripción detallada. Sólo que confiaba en ella. ¿Quién sería de los dos adultos que lo acompañaban? Tendría que quedarse con la duda... a menos que encontrase de nuevo a sus amigos, y El Chico fuese capaz de recordar algo más de aquella pesadilla. ¡Pero hacía ya tanto tiempo!...


Era posible que ni siquiera hubiera vuelto a tenerla. Era un sueño de esos que parecen premonitorios de algo que puede llegar a suceder; que se tienen sólo para permanecer alerta ante una situación venidera. Tal vez, sólo quería decir que debía poner atención dónde ponía los pies al descender por aquella escarpada pared... o simplemente nada.


O simplemente nada...


Su determinación de buscar a sus dos compañeros cada vez era más firme. No se dejaría llevar por los deseos de los Ancianos. Pese a sus aparentes buenas intenciones, no dejaba de tener la sensación de que, de alguna forma, era manipulado. Pero ¿por qué él? ¿Qué habían visto en él? Les sería útil de algún modo, algún plan deberían de tener respecto a él.


Al pie del acantilado aguardaba una compañía de hombres con carros y mulas, para transportar los pertrechos que se necesitarían en el largo viaje que les aguardaba. Habían partido unos días antes y habían alcanzado el mar, atravesando la llanura y descendiendo por un escarpado puerto de montaña.

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