CUENTOS DE BRUJITA: DESCARADA Y EL SOLSTICIO DE VERANO XXII


Altherius no estaba preocupado en absoluto por lo que pudiera estar haciendo la pequeña bruja, así que se dedicaba a sus misteriosos manejos sabiendo  que era el único ser vivo que andaba a su antojo por el bosque. Bueno, el único no, pensó acordándose de Descarada. Y un sentimiento de odio le invadió. Esto ocasionó que aumentara ligeramente la potencia de su máquina y un ligero estertor de dolor subió desde las gargantas de los abducidos.


Altherius sonrió. En nada le importaba el dolor que pudieran estar experimentando aquellos seres ahora inferiores. En mala hora para ellos se había acordado de Descarada. Dónde andaría? No podía creer que se hubiera marchado, dejando el bosque, abandonando así a sus compañeros a su suerte. Es tan tonta y sentimental, se dijo, que sería incapaz de hacerlo. Y otra vez una sonrisa malévola se dibujó en su rostro.


Anteriormente a estos acontecimientos que estamos narrando, nadie que hubiera mirado a su rostro directamente hubiera dicho que era un rostro malvado. Si en cambio, que era un rostro apagado y triste, frío y distante, donde unos pequeños ojos amarillentos no conseguían retener, sino todo lo contrario, la mirada de un observador casual. Había algo que sin llegar a ser repugnante hacía que apartases la mirada y que se perdiera algún posible interés por profundizar en la personalidad del dueño de aquel rostro vacío.


Esta circunstancia no hizo más que alimentar durante años el aislamiento y un rencor creciente. Pero ahora, por fin, estaba tomando su justa venganza. Él era ahora el dueño y señor del Bosque del Norte y el amo absoluto de la voluntad de todos sus habitantes.


 


 


* SIEMPRE UNO

1 comentario:

  1. Tanto alimentarse de odio y rencor.... seguro que esto va a hacer que se le escape algún detalle de la situación, que cree bajo su control, y se de un buen batacazo!!

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