CUENTOS DE BRUJITA: EL HECHIZO PERDIDO (II)


-  Tal vez estés buscando en el lugar equivocado.- Dijo la Comadreja.- Las brujas del Consejo no son muy buenas compañeras...


-         ¿ Pero quién puede saber más de hechizos que ellas? ¿Acaso existe alguien más?- Preguntó la Brujita Descarada.


-         ¡Es posible! Pero tendrás que buscar tú sola. Yo no puedo ayudarte. ¡Esas viejas arpías me convertirían en lagartija, o en algo peor...!


-         ¿Dónde he de buscar?- La Brujita Descarada había recuperado el entusiasmo.


-         Es difícil de encontrar, pero si pones atención, el murmullo del bosque te conducirá a ella...


-         ¿A quién?


-         ¡A la bruja más sabia y excéntrica que existe! Las otras brujas no la aprecian, porque están celosas.


Comadreja cerró sus ojos y pareció adormecerse. Entonces, la Brujita Descarada volvió al Bosque Tenebroso.


 


Agarró con fuerza su escoba voladora y se dispuso a adentrarse en el bosque. Su búho vino a posarse en su hombro, como para darle ánimos, y se sintió más segura de sí misma.


El Bosque Tenebroso parecía, de noche, más tenebroso aún que a la luz del día. Ramas, arbustos y raices ocultaban los caminos. A la Brujita Descarada no le quedaba más remedio que dejarse guiar por su instinto. Los ruidos del bosque la asustaban, pero debía continuar su búsqueda. Sin embargo, Comadreja le había dicho que estuviera atenta a los murmullos del bosque, pues estos la conducirían hacia la Bruja Sabia. Y, una vez que la hubiera encontrado, ¿querría ésta ayudarla? ¿O se comportaría como las otras brujas, riéndose de ella? Nunca lo sabría a menos que la encontrara, así que no debía perder el tiempo pensando en esto o aquello... ¡debía poner manos a la obra!


 


Comenzó a caminar por el bosque, atenta al más mínimo ruido, al más leve roce. Los animalillos del bosque parecían no darse cuenta de su presencia, pero en realidad, todos seguían muy atentamente sus movimientos. Los árboles encantados, guardianes del Bosque Tenebroso, subían y bajaban sus ramas a su paso, de lo cual la Brujita Descarada no se extrañaba pues conocía su existencia y la labor que llevaban a cabo. Después de todo, no se consideraba del todo una intrusa. Muchas eran las brujas que allí habían morado y cada una de ellas, había ido dejando sus hechizos en él a modo de ofrenda, pues el bosque las había cobijado y protegido de los ojos curiosos de la gente.


Casi sin darse cuenta, llegó a un claro. Ya había amanecido y la luz del Sol penetraba allí con fuerza, a través de las copas de los árboles. Justo en el centro, una tenue columna de humo se elevaba hacia la bóveda arbórea. La Brujita Descarada se quedó observando el humo. No había fuego, ni tan siquiera restos de una hoguera. Dio una vuelta alrededor de la columna de humo, sin apartar la vista, intentando adivinar qué prodigioso sortilegio estaba presenciando. ¡Desde luego, tenía que ser un hechizo muy bueno! ¡Lo que daría ella por poder hacer uno así!


De repente, la columna de humo se desvaneció, dejando a nuestra Brujita Descarada perpleja y boquiabierta. ¿Dónde se había metido? Se encaminó hacia el extremo del claro, pues le había parecido oír un ruido que provenía de allí, pero nada parecía haberse movido en ese lugar. Continuó examinando los rincones más oscuros, adonde apenas llegaba la luz del Sol, por si alguien se había escondido en ellos para burlarse de ella. Pero no encontró a nadie.


Recordó lo que Comadreja le había dicho. Debía poner atención, ya que sólo así sería capaz de encontrar a la más sabia de las brujas. ¡Tal vez aquella columna de humo, era algún indicio de dónde se podría encontrar! Se colocó otra vez justo en el centro del claro, mirando en todas direcciones: arriba, abajo, derecha, izquierda, delante, detrás... De repente, un grito resonó con fuerza en sus oídos:


-         “¡AAAyy!”


-         ¿Quién grita?- preguntó la Brujita Descarada.


-         “¡Me estás pisando!”- dijo la voz en tono airado.


La Brujita Descarada dio un salto para liberar así de su pisotón a quien estaba gritando de aquella manera tan desesperada.


-         “¡Auu! ¡Ya era hora, niña!”


-  ¿Pero quién eres? Y ¿cómo quieres que no te pise si no puedo verte?

1 comentario:

  1. Me gusta mucho!! Las brujas expresan maldad o envidia de Brujita? quien sabe, lo único que queda claro es que nadie quiere ayudar y no le queda más remedio que buscarse la vida, pero, que le hace hacer caso de lo que le dice lo que parece ser una simple comadreja?, probablemente el pensar que cualquier animal tiene mejor corazón que las personas o en este caso las brujas.

    ResponderEliminar