CUENTOS DE BRUJITA: EL HECHIZO PERDIDO (I)


La Brujita Descarada estaba triste. A la Brujita Descarada no le salían los hechizos y ¡eso que había asistido a la Escuela de Brujas de mayor prestigio! Su ayudante, un búho retirado, escondía la cabeza bajo el ala cada vez que la Brujita Descarada intentaba convertirle en sapo. Había trabajado con muchas brujas, ¡pero ninguna tan desastrosa como esta!


La pobre Brujita Descarada intentaba descubrir qué hacía mal, pero repasaba una y otra vez las fórmulas de su Libro de los Hechizos y todo parecía estar de acuerdo con sus instrucciones. Decidió pedir consejo a las Brujas más ancianas. El viejo búho le advirtió que podían no ser demasiado amables, e incluso, reírse de ella. Pero no le importó, estaba decidida a ser una buena bruja.


Cogió su escoba, el medio de transporte más habitual de toda bruja que se precie, pero incluso ésta se negaba a llevarla. No le quedó otro remedio que caminar a través del bosque para llegar a su destino: ¡el Castillo de la Medianoche!


No es que le diera miedo atravesar el Bosque Tenebroso, ¡ella era una bruja!, pero no estaba bien visto que toda una bruja titulada fuera caminando a cualquier parte. ¿Para qué estaban entonces las escobas? Sin embargo, ella no conseguía hacer que la suya volara.


La Brujita Descarada atravesó el bosque en busca del hechizo perdido. No temía a las brujas del Consejo, pero no soportaba que se rieran de ella. ¡Seguro que aquella pandilla de viejas brujas pasaría un buen rato a su costa!


Cuando llegó a la puerta del castillo que servía de morada a las brujas del Consejo, se anunció a la vieja comadreja que vigilaba la entrada:


-         ¡Di  al Consejo que estoy aquí y que espero que me reciban, Comadreja!


-         ¿Qué quieres a estas horas?, dijo malhumorada.


-         ¡Necesito consultar con ellas! ¡No seas remolona y anúnciame de una vez!


La comadreja desapareció entre las tinieblas, pues era una noche muy oscura, y reapareció al poco rato.


-  ¡Pasa! ¡El Consejo te espera!


Avanzó con paso firme por los corredores del lúgubre castillo, decidida a no dejarse amedrentar por aquellas brujas sabihondas, y repitiéndose mentalmente, una y otra vez, la pregunta que quería hacerles. No debía dejarse embarullar por ellas. ¡Eran muy traviesas, aquellas viejas brujas!


Penetró en una vasta estancia, oscura y lúgubre como el resto del castillo. En el centro, una tenue luz proveniente de un brasero, dejaba ver los rostros de las brujas del Consejo, que estaban sentadas a su alrededor. La Brujita Descarada se aproximó, sin apenas hacer ruido. El silencio y la oscuridad imponían respeto. Además, hacía mucho frío allí dentro, a pesar del brasero, y sintió escalofríos.


-  ¡Mirad, hermanas! ¡Alguien ha venido a buscar algo que ha perdido! ¡Ja, ja!...


-         ¡Pues si piensa que lo va a encontrar aquí...! ¡Ja, ja!...- dijo otra bruja.


Y se rieron con malicia, haciendo retumbar la estancia con el eco de sus  estridentes carcajadas.


La Brujita Descarada salió corriendo de allí, perdido todo su valor, y no se paró hasta que llegó a la entrada del Castillo de  la Medianoche.

1 comentario:

  1. Es una historia muy bonita, la lei en Buxu hace ya tiempo y la verdad es que me gustó muchisimo, me encanta que la hayas puesto aqui, asi estará mas a la vista

    ResponderEliminar